Raúl Arrabales Moreno, investigador en consciencia artificial de la Universidad Carlos III de Madrid.
“LA CONSCIENCIA EVOLUCIONA AL MARGEN DE LA GENÉTICA”
Por Ana María Jaramillo V. (Entrevista publicada en Blog Sistemas Inteligentes)
Inspirado en la rama dura de la inteligencia artificial, la misma que ha cautivado audiencias con películas como “Matrix” o “2001: una odisea del espacio”, este ingeniero de formación, pero multidisciplinario por pasión, está convencido de que el objetivo de la investigación en conciencia artificial es entender la naturaleza humana. Persigue, como pocos, el ideal de crear robots con auto-conocimiento, pues afirma que la mejor manera de demostrar que has comprendido algo es imitándolo.
Está convencido de que el avance en este campo sólo vendrá de la sinergia entre las disciplinas que se aproximan al estudio de la mente y aquellas otras que se dedican al desarrollo tecnológico. Sabe que vivirá para ver cambios cualitativos importantes y por eso confía en la aplicación no para de modelos cognitivos, que vienen de la psicología o de la neurobiología, a desarrollos informáticos.
Este joven científico navega en un campo controvertido pero fascinante, donde la investigación del día a día puede darse el lujo de la fantasía, avivando preguntas sobre la libertad y la predestinación de los seres humanos y sus creaciones.
AMJ: Por lo que leí en tu blog, confías en que vamos a llegar a crear consciencia artificial, ¿no?
Si, yo confío. Aunque no está claro cuándo ni tampoco están claros los niveles. Ahora mismo una de las líneas más importantes que llevo es poder medir el grado de consciencia pues ese es uno de los grandes problemas. No hay consenso entre los especialistas. Por ejemplo, no está claro del todo si una persona en coma puede soñar o qué grado de consciencia tiene. El termino per se ya es un problema.
¿Es posible investigar científicamente la consciencia artificial?
Hay gente que no se atreve a poner el término en un artículo porque todavía suena a “pirao”. Cuando dices consciencia parece que sólo estas hablando de un aspecto religioso o del alma y desde mi perspectiva esto no es así. Por eso recalco lo de estudios científicos de la conciencia. Es un campo en el que convergen la filosofía, las ciencias empíricas como la psicología y las técnicas como la robótica. Aunque hoy en día casi todos los investigadores de este campo provenimos de la Inteligencia Artificial.
Hablando de las relaciones entre ciencia y tecnología en este campo en particular, ¿crees que las aplicaciones pueden avanzar sin que necesariamente se renueven los marcos conceptuales, es decir, ingenieros trabajando solos, pueden lograr una maquina semejante a un humano?
Yo diría que no, porque no entiendes completamente los conceptos que vienen de otras áreas de conocimiento si no participas de sus líneas de investigación. Te hablo por mi propia experiencia. Soy ingeniero informático y cuando decides implementar un modelo, tienes que leer de otras áreas. Si no comprendes las ideas que vienen de lo multidisciplinar no puedes avanzar, estas siendo ciego. Además, son pocos los laboratorios del mundo que se dedican exclusivamente a esto de construir máquinas conscientes. Es un campo verde, muy inmaduro, en el que todavía no existen plataformas de investigación suficientemente avanzadas. Sin embargo, sí que existen multitud de investigadores dedicados a campos muy relacionados como los que se enmarcan dentro de los sistemas cognitivos artificiales. Yo creo que la frontera de todas estas líneas se halla en el estudio de la consciencia.
¿Los huecos que faltan son sólo técnicos?
Por supuesto que no y esto se evidencia en los congresos internacionales donde un filósofo puede estar sentado al lado de un ingeniero. Para mí es claro que no puedes separar las cosas. Hay gente que piensa que sí, que ellos comprenden lo que es la consciencia y sólo falta implementarlo. Por ejemplo, Pentti Haikonen, investigador de Nokia Research, que lleva muchos años en esto, publicó recientemente un libro (Robot Brains) con un modelo cognitivo para crear máquinas conscientes que, según él, podrán hablar, entender el lenguaje y tener incluso habla interior. Yo no creo que ya estemos al nivel del construir máquinas igual de conscientes que los humanos, pero sí que hay muchas ideas como las propuestas por Haikonen que pueden explorarse y dar lugar a nuevos avances. Hay autores que argumentan que simplemente simulando más neuronas estemos más cerca, sin embargo yo no creo que el problema esté sólo en la cantidad, sino que también tenemos que entender cómo conectar y configurar todas esas neuronas artificiales.
¿Llegaremos a tener máquinas conscientes?
Mmm, hay mucha gente que dice que es tremendamente complicado y que a lo mejor no lo lograremos nunca, ¡pero mola! ¡A qué es divertido! Pero siendo más pragmático creo que podremos mejorar las máquinas que tenemos hoy en día. Un campo en el que se avanza mucho es el de la atención. El cerebro es paralelo (hace muchas cosas a la vez) pero la consciencia es lineal, ¿cómo se gestiona eso? De la infinidad de contenidos que hay en tu mente en cada segundo, ¿cómo alguno pasa la frontera y se ubica en primer plano? La consciencia es como un iceberg en el mar de la inconsciencia y esa puntita es la que estamos experimentando tú y yo ahora. Esa parte se selecciona por un mecanismo de atención y eso sí que podremos imitarlo prontamente. Ir uniendo las pequeñas aproximaciones es lo que da confianza a la gente que trabajamos en este campo, pues hay una sinergia, no será magia, sino fruto del esfuerzo continuado en estas líneas de investigación.
Pero… ¿qué es lo más cercano que hay hoy?
Poco. Eso es en lo que más se equivoca la gente. Mi perspectiva es que atribuimos más de lo que en realidad sucede, como cuando vemos al ordenador trabajar y decimos “está pensando”. Uno de los proyectos más avanzados se llama Cronos y ya terminó. Con una financiación de unas 315.000 libras han hecho un robot humanoide que, según ellos, puede imaginar. El modelo está basado en un control con redes de neuronas artificiales intentando imitar en lo posible a un sistema nervioso biológico. En uno de los experimentos le ponen unos bloques sobre la mesa y el robot los debe tirar (sin estar programado para ello). Lo que hacen es que éste tiene un sistema de simulación física y lo usa para experimentar en “su cabeza” ya que tiene un modelo del mundo en el sistema. Con esto, los investigadores se atreven a quitar las comillas a la palabra imaginación y dicen: el robot imagina la mejor forma de tirar el bloque y luego la ejecuta.
Bueno, un programa simula y luego escoge. Para ti, ¿qué es lo fundamental que distingue el cerebro humano de una máquina como un ordenador?
Hay factores que influyen en cómo se ha desarrollado la mente humana y son la cultura, la relación social con otros. Hay teorías que dicen que lo que importa son tus genes y da igual lo que pase contigo. Yo creo que ha sucedido algo porque en realidad no hacía falta la conciencia para que se replicaran los genes. Ha habido una explosión, una emergencia de algo de más alto nivel que es la experiencia mental o la experiencia interior y esto se ha acelerado por la cultura, por la interacción, algo que no se explica solamente en lo genético.
¿Qué ha generado la interacción con los computadores?
Ha creado una conciencia diferente. Nuestra forma de pensar ya no es la misma que hace tres siglos.
Pero esto no es un tiempo evolutivo y para la biología moderna los genes determinan las características…
La conciencia evoluciona fuera de los genes. Además hay un hecho científico claro que lo soporta y es este: tu ADN no tiene capacidad para codificar el cerebro adulto, es imposible, la ciencia de la información dice que no hay bits suficientes, en las cadenas de ADN que tiene un humano, para codificar las conexiones de un cerebro adulto. Sin las interacciones que se dan en el transcurso de la vida –lo que llamamos ontogenia- no puedes tener humanos como los que conocemos, y si hoy se acaba la cultura, un humano genéticamente como tú, pero que no esté en una cultura, sería tonto, es decir, no alcanzaría a desarrollar la consciencia que nosotros tenemos.
¿Cuál es la frontera?
El aspecto fenomenológico, es decir, el de la experiencia interior. Y no sólo la frontera, es también el campo más controvertido. De todos los otros aspectos, se confía en que antes o después se implementará en máquinas (atención, imaginación, aprendizaje) pero la experiencia subjetiva, no se sabe o no estamos de acuerdo en lo que es. Si tuviéramos la tecnología suficiente podríamos construir un robot que fuera igual que un humano, que actuara igual. La diferencia es que si yo te pego sentirás una experiencia subjetiva de dolor, de odio, el robot no, sería un “zombi” porque no tendría experiencia interior, ¿o sí? Es algo que todavía no sabemos.
¿Qué te motiva a investigar en máquinas que se parezcan a nosotros?
Siempre me ha llamado la atención el campo de la ciencia. He tenido una atracción hacia cómo funcionan las cosas. Quería hacer mi tesis sobre inteligencia artificial, pero lo que se ve en las películas es irreal, es ficción, luego vas al campo de investigación real y es otra cosa. Mi inclinación era por la rama dura que se abandonó en gran medida porque estamos muy lejos de lograrlo. Pero lo que yo y muchos del campo pensamos es “y ¿por qué? ¿No os atrevéis con ello? ¿La abandonan porque es difícil?” De hecho la investigación no es nada fácil y en este campo en particular te das cuenta que, aunque estás dando palos de ciego, es mucho más interesante que lo que pasa en otras áreas muy delimitadas donde solo se habla de algoritmos.
¿Vas a vivir para verlo?
Hay una esperanza, que yo todavía no termino de ver, y es lo que llaman “singularidad”. Dice que de repente, en muy poco tiempo, va a cambiar la concepción que tienen las personas de su vida, de la cultura. Y esto, debido a la interacción con máquinas. Algo parecido a la revolución cultural que ha significado la introducción de los ordenadores y de internet. Vivir en una sociedad donde las máquinas tengan un poder parecido a los humanos, implica que todas las reglas cambien. En Japón ya están legislando sobre esto. Yo confío, porque creo que las personas somos en realidad máquinas biológicas, y las máquinas se pueden construir. Por ahora es un acto de fe, porque ciencia es cuando lo replique y te lo enseñe.
El pánico real es que cobren autonomía, ¿no?
No. La pregunta es si son libres, porque autonomía es que mi robot vaya y compre el pan solo. Otra cosa es si él pude decidir ir o no ir, si es capaz de tener esa experiencia. También es una obligación nuestra diseñarlo para que no sufra por no poder hacer otras cosas. Es un esclavo pero no debe sufrir.
Pero… ¿para qué queremos esclavos si nos hemos demorado siglos en abolir la esclavitud?
Yo confío en que el objetivo último de la ciencia es comprender, entender la naturaleza humana.
Pero hoy en día la ciencia ha perdido ese ideal…
Bueno, si estás pensando en aplicaciones, hay muchas, pero es como todo: Un cuchillo es un arma de doble filo, sirve para cortar o para matar a alguien, un robot igual. Y qué hacemos, ¿no lo inventamos? Es el uso el que condiciona que sea bueno o malo. Si tú dotas una máquina de libre albedrío, ya dejó de ser una máquina o una herramienta, toma otro estatus, como el de persona. Y ¿qué pasa en un ecosistema cuando hay dos especies que son igual de potentes? Pues compiten y una gana. Pero todo esto son conjeturas, no están fundadas, pero sí que es verdad que no deberíamos perderlo de vista.
Hoy en día hay mucha gente que trabaja en emociones aparentes sin importar la creación de consciencia artificial. Es un tipo de robótica más útil. Por ejemplo, una máquina que pueda cuidar a nuestros ancianos, y los ayude mientras nosotros estamos en el trabajo.
Y ¿no preferirías que fuera una persona?
Sí, claro. Primero, yo no dejaría a nadie a solas con un robot construido por mí (risas), sería muy peligroso. La verdad, creo que habría pros y contras. Si confías en que funciona bien, como confío hoy en día en el lavavajillas, no tendría reservas. Un robot sería más seguro que una persona.
Bueno, un máquina controlaría la variable de seguridad, pero ¿y el afecto?
Eso es muy relativo. Mira por ejemplo lo que significa la compañía de un perro. Le puedes atribuir experiencias internas que a lo mejor él no tiene, pero para ti, la retroalimentación que obtienes es real y ese es el verdadero dilema. Para el caso de la investigación en consciencia artificial, finalmente no importa si tú tienes estados fenomenológicos internos, pero si para mí los tienes, para mí son reales y para mí eres consciente. El objetivo estaría cumplido porque científicamente no se puede comprobar la experiencia subjetiva del otro. Puede que hoy digas que prefieres interactuar con un perro real que con uno robótico, pero si se construye uno donde tú no percibas las diferencias, da igual, sería lo mismo.
Más allá de que los científicos puedan comprender, esperamos que la ciencia tenga una repercusión social, que nos permita vivir mejor…
Las leyes de la robótica dicen: no harás daño a un humano ni a ti mismo a menos que esté en peligro un humano. Sin embargo el ejército norteamericano tiene máquinas autónomas, cargadas hasta los dientes, para matar. Pero también hoy ya existen robots para rescatar personas en lugares de alto riesgo. Porque todos estamos de acuerdo en que es mejor que se dañe un robot a perder una vida. Porque un robot no se muere, se rompe.