En el futuro, podremos crear máquinas conscientes.
Entrevista con el premio Nobel Gerald Edelman.
Fuente: El Mundo Digital [1].Gerald Edelman obtuvo el Premio Nobel de medicina en 1972 a la edad de 43 años. Edelman había descubierto la estructura de los anticuerpos, un hallazgo crucial para el estudio de múltiples enfermedades infecciosas y el desarrollo de vacunas efectivas. Poco después de aquello, Edelman perdió el interés en la inmunología y se centró en una de las grandes preguntas de todos los tiempos: ¿cómo funciona el cerebro?
En las últimas dos décadas Edelman se ha convertido en uno de los científicos más respetados en el campo de la neurología. Además, ha fundado un instituto de investigación en San Diego donde dirige a un reducido equipo de jóvenes científicos cuyo objetivo es resolver el misterio de la consciencia. Esta semana Edelman ha visitado Valencia para participar como jurado en los premios Jaime I. A continuación se ofrece una transcripción de la entrevista realizada a Gerald Edelman y publicada por El Mundo:
Pregunta.- ¿Por qué abandonó la inmunología y decidió explorar la mente?
Respuesta.- Una vez que entendí el funcionamiento de los anticuerpos, digamos que alivié el picor intelectual que me había provocado este campo de investigación. Pero entonces me entró un nuevo picor: empecé a interesarme por el funcionamiento del cerebro. Mi pregunta era: ¿cómo es posible que el cerebro sea capaz de percibir, de clasificar el mundo en diferentes categorías, de dividir el mundo en mesas y sillas, formas y colores, etcétera? Desde entonces, me he dedicado a intentar desarrollar una teoría sobre la arquitectura cerebral. Esta es una cuestión complejísima, y en eso sigo.
P.- ¿Hasta qué punto sigue siendo el cerebro humano un misterio?
R.- Bueno, algunas cosas están muy claras. En primer lugar, el cerebro es un producto de la evolución. En segundo lugar, el cerebro no actúa solo, en un vacío, sino que esta totalmente imbricado en el cuerpo y el entorno en el que vive cada persona. Y en tercer lugar, aunque cada señal que recibe el cerebro del mundo exterior es única e irrepetible, está claro que existen mecanismos comunes de percepción que nos permiten compartir experiencias como miembros de la misma especie. Gracias a eso, usted y yo podemos ponernos de acuerdo sobre el hecho de que este objeto es una mesa, y este otro una silla.
P.- ¿Y cuáles son esos mecanismos que compartimos?
R.- Mi teoría es que el cerebro es una máquina selectiva que, de todas las posibles maneras que podría elegir para clasificar y organizar el mundo, elige las que son útiles y valiosas. Este proceso de selección es lo que configura la estructura neuronal básica que se va forjando durante el desarrollo de un individuo. Yo diría que hoy ya conocemos los principios generales que rigen todo este proceso, pero nos falta mucho para rellenar todos los detalles sobre las conexiones neuronales específicas.
P.- ¿Cree que en el futuro será posible crear robots que repliquen el funcionamiento del cerebro?
R.- Eso es justo lo que estamos haciendo en mi laboratorio. Estamos intentando fabricar una máquina consciente. De hecho, ya hemos construido aparatos cuyo funcionamiento está basado en la estructura del cerebro. Parecen robots, pero yo no los llamaría así, porque no tienen un comportamiento automático programado, sino un cerebro artificial cuyo diseño está basado en lo que conocemos de la estructura cerebral humana. Estos aparatos, aunque no están vivos, son capaces de llevar a cabo algunas operaciones cognitivas que implican el uso de la memoria.
P.- ¿Por ejemplo?
R.- Pueden aprenderse de memoria diferentes trayectorias para alcanzar un objeto, y aplicar este aprendizaje para obtenerlo usando el camino más corto. De hecho, nuestros aparatos han participado en torneos de fútbol para robots, y han ganado todos los partidos porque son capaces de aprender y adoptar estrategias. En definitiva, hoy ya podemos decir que hemos logrado crear aparatos que pueden aprender a hacer ciertas cosas por sí solos, algo que hace 10 años yo mismo hubiera dicho que era ciencia ficción. Por lo tanto, ahora mismo yo me atrevería a decir que, una vez que entendamos más sobre la estructura del cerebro, en el futuro seremos capaces de fabricar máquinas conscientes.
P.- La idea de un mundo con humanoides pensantes asusta un poco, ¿no le parece?
R.- A algunas personas quizás les inquiete, pero yo creo que es una línea de investigación muy importante, porque vamos a aprender muchísimo sobre el funcionamiento del cerebro. Estos aparatos, al replicar estados de la conciencia, nos van a permitir explorar con más detalle que nunca todos los detalles de la estructura neuronal. No podemos prohibir que se investigue sobre la fisión nuclear por el hecho de que pueda usarse para fabricar una bomba. De la misma manera, sería inaceptable detener estas investigaciones sobre la consciencia por el hecho de que podrían tener aplicaciones negativas si cayeran en las manos equivocadas. La ciencia nunca debe someterse al oscurantismo.
[1] El Mundo Digital.